OBJETIVIDAD
Javier Darío Restrepo:
La objetividad periodística: una pretensión tan desmedida como la de aprisionar el reflejo de las aguas de un río, que en un instante son y en el siguiente dejan de ser. Sin embargo, esa objetividad es la garantía que el lector busca para poder creer.
Luka Brajnovic:
Cuando la información parte de un conocimiento exacto y cierto, de una reflexión consciente y de una rectitud intachable de intenciones "en esto consiste la imparcialidad, o la absoluta objetividad".
La objetividad
Los que tienen presentes sus estudios de filosofía, generalmente invocan en su favor a Heráclito y a los filósofos escépticos. El conocidísimo texto de Heráclito sobre el hombre que no puede bañarse dos veces en el mismo río, porque sus aguas en movimiento constante hacen distintos ríos cada instante, es una comparación feliz para describir la tarea del periodista. Los hechos de la historia diaria, que son la materia prima de la información periodística, son tan cambiantes como las aguas de un río. Pretender la objetividad es tanto como creer que es posible capturar y congelar el instante que huye. El mismo hecho, observado por distintos periodistas, recibe tratamientos y versiones diferentes y, además, en las sucesivas ediciones de un periódico o en las emisiones de un noticiero, tiene que ser complementado, corregido, aclarado o rectificado, hasta el punto de que el periodista llega a contemplar las suyas como verdades provisionales. Un periódico de hoy sería una fuente de argumentos para los escépticos que, en los comienzos de la reflexión filosófica, consideren que el ser humano está incapacitado para conocer la realidad de las cosas. Esa imposibilidad del conocimiento objetivo está ratificada por hechos como estos, que el periodista conoce, o porque ha sido actor en ellos, o porque ha sido su testigo.
El "yo" en periodismo no es utilizado para la objetividad
Parecen sugerirlo así las normas que prohíben los coloquialismos, el estilo del lenguaje hablado, el uso del yo y, desde luego, la opinión personal. En lugar de eso, son de rigor el lenguaje neutro, las citas de fuentes y el uso de estrategias persuasivas como la descripción de los hechos en directo, el recurso a testigos cercanos y a representantes de la autoridad, el manejo de cifras y porcentajes: edades, fechas, hora de los hechos, peso, tamaño. Son juegos de cifras que sugieren una objetividad a toda prueba. Agrega Van Dijk, la utilización "de dispositivos estratégicos que relacionan la verdad y la credibilidad". Y enumera el uso selectivo de fuentes, modificaciones específicas en las relaciones de relevancia, perspectivas ideológicamente coherentes con la descripción de los sucesos, usos selectivos de personas e instituciones fiables, oficiales, bien conocidas y creíbles, cita de testigos oculares.
Aparentemente en la práctica periodística se han acumulado demasiados recursos para disipar en el lector la sospecha de que el yo del periodista es el que impone una versión no objetiva y para consolidar la certeza de que, al desaparecer el yo, se puede tener la seguridad de una información objetiva. Sin embargo, anota Tuchmann, "las citas son la protección del reportero contra la calumnia y el libelo, y la ilusión retórica de fidelidad encuentra aquí su correlato social en la veracidad de la representación". En efecto, todos esos recursos al servicio de la objetividad, de hecho no crean objetividad sino una ilusión de objetividad, porque es posible aparentar impersonalidad, manejar fuentes, manipular cifras y porcentajes y convertir todas esas tácticas en simples coartadas.
Amelia Rivadeneira, periodista, profesora de la Universidad de las Américas, explica que la objetividad es la capacidad que poseen los periodistas para argumentar la información que emiten al público, por esta razón la objetividad periodística si existe, ya que la argumentación de los hechos es los más eficaz para realizar periodismo de calidad, el cual se basa en presentar información de calidad, que permita a los lectores tomar decisiones razonas, sin embrago el deber del periodista no es educar, debido a que la educación se la adquiere en el entorno del cual proviene cada persona, el deber del periodista es informar utilizando las estrategias adecuadas.
ESCRITO POR: Lizeth Carvajal
La Objetividad
El día martes ocho de julio del presente año, en la clase de Fundamentos del Periodismo, Amelia Rivadeneira, Profesora de Ética de la Universidad de la Américas, trató el tema de la objetividad. Mencionando lo que ella consideraba “objetividad” y cómo manejan este tema los medios y en sí los periodistas, al momento de ejercer su profesión.
Señaló que: “objetividad en periodismo es ser capaz de argumentar lo que estamos diciendo”; en otras palabras, para ser lo más objetivos posibles debemos estar en capacidad de defender lo que estamos dispuestos a decir, para no vernos envueltos en conflictos por falta de verificación de la información que emitiremos. Los comunicadores deben ser responsables todo el tiempo que ejercen su profesión, porque de ello depende la credibilidad que obtendrán por parte de los lectores, el nivel de confiabilidad y la buena reportería que realizarán. Pero, sobre todo, los periodistas deben siempre verificar la información obtenida y, una forma de hacerlo es aplicando la contrastación de fuentes; preguntando todas las veces y a todas las personas que sean necesarias, antes de publicar una nota, para evitar problemas y no cometer graves equivocaciones en la información que proporcionarán a su público.
Se habló, además, de que a través de la argumentación aparecen las verdades periodísticas; lo que quiere decir que cuando un periodista defiende correctamente y con infinidad de argumentos cierta noticia que emite, logrará convencer al público de que lo que éste dice es una hecho real y que ha sido verificado, porque a partir de una buena defensa y preguntas con respuestas concisas, la posibilidad de que exista lugar a dudas será mínima. Sin embargo, estas verdades periodísticas también pueden tratarse de que el periodista no refleja realidades, sino que las crea, es decir, él no dice la verdad, pero la interpreta a su manera, logrando que la gente crea en lo que dice porque suena lógico o porque no pueden cuestionar más allá de lo que se les presenta, aceptando fácilmente lo establecido, sin capacidad crítica ni reflexión alguna, por la manipulación que suele existir por parte de los medios hacia la comunidad.
Se puede concluir que cuando un comunicador no se dedica a dar la información oportuna, cuando no presenta hechos empíricamente verificables o cuando, a pesar de que las personas no lo noten, éste se propone a crear realidades en base a su propio criterio y a manipular la información a su antojo, sin respetar la autenticidad de los hechos; no está haciendo un periodismo responsable ni está diciendo la verdad y, como muy acertadamente dijo Amelia Rivadeneira: “el periodismo que miente no es periodismo”.
ESCRITO POR: María José Carrera
No hay comentarios.:
Publicar un comentario